Ya estoy en la recta final del embarazo y tengo una extraña sensación. Imagino que será respeto por su llegada, miedo a tener un nuevo parto, un nuevo hijo…El caso es que no sé si quiero que el tiempo pase rápido o por el contrario se relentice al máximo posible.
Los primeros meses fueron muy lentos. Agotadores, tenía mucho sueño y siendo verano, no favorecía la situación. El calor, los días eternos, la tensión por los suelos…Parecía que el calendario no avanzaba y yo desesperaba.
Sin embargo, a partir de la semana 20 es otra historia. El tiempo vuela y vamos tachando semanas del calendario a un ritmo asombroso. Precisamente de esta última etapa de hablo hoy, de la recta final del embarazo: mis rutinas, los preparativos y cambios que estamos experimentando.
Sueño: Mi cuerpo ya está preparado para lo que llega y desde hace tiempo se acabaron las noches de sueño de un tirón. Estoy muy incómoda, no encuentro la postura…Además, me levanto unas 3 veces para ir al baño. En fin, una pena no saber cuándo iba a ser tu última noche a pierna suelta para haberla disfrutado de verdad.
Lo sobrellevo mejor con cojines, durmiendo algo más incorporada y poniendo otro bajo la tripa cuando estoy de lado, así queda apoyada y yo noto menos presión.
Comidas: Tengo el estómago en los pulmones y éstos ve a saber dónde…Ya no admito mucha cantidad de comida aunque ahora tenga más apetito que nunca. Así que lo que hago es comer más veces al día aunque en proporciones mucho más pequeñas de las habituales. Ahora me decanto por comidas menos contundentes, algo suave que me facilite las digestiones y evito los líquidos, tipo sopas, por la noche que me sientan realmente mal.
Cremas: Ahora que la tripa está enorme y parece que no podría crecer más aunque lo haga, he intensificado el uso de cremas. Especialmente la antiestrías ( ya te hablé aquí de mis cremas imprescindibles en el embarazo). Es un ritual que agradezco porque rebaja la sensación de tirantez.
Ejercicio: He intentado caminar durante el embarazo, otro tipo de ejercicio se me hacía complicado. Sin embargo ahora me cuesta mucho trabajo. Me agoto pronto y, con el centro de gravedad perdido por completo, me siento muy torpe. Sin embargo ha llegado el momento de ejercitar el suelo pélvico. Para ello, utilizo mi pelota de Pilates haciendo rotaciones y demás ejercicios que te recomiendan siempre en las clases de preparación al parto. También he empezado ya con el masaje perineal.
Ropa: A parte del aburrimiento que te comenté en el post del armario imprescindible de una embarazada, lo que ahora necesito es ropa cómoda que me aporte libertad y no apriete por ningún lado. Ya estoy de por sí incómoda como para intensificarlo con prendas ajustadas. Además, estas prendas dificultan la circulación, favorecen la aparición de varices, infecciones de orina…Mejor ropa de algodón, suelta y confortable.
Síndrome del nido: A parte de preparar su canastilla de recién nacido de la que ya te hablaré más adelante, estamos como locos haciendo hueco en casa para meter todas las cosas que un bebé necesita (carrito, moisés, bañera…) Estamos abriendo hueco en la cómoda y el armario del hermano ya que compartirán habitación, buscando nuevo sitio al cambiador…
Además, tenemos la casa en continua «limpieza general», especialmente el tema de tapicerías y alfombras. Quiero tener todo listo y pasado por tintorería antes de que nazca el bebé para reducir posibles temas de ácaros al máximo.
Por no hablar de la necesidad de cambiar de coche, está claro que con dos niños pequeños necesitas muchísimo espacio para trasladarte y al fin, hemos encontrado la opción que más nos gusta y convence.
Siguiendo con nuestro «nido» estoy preparando comidas y congelando para tener reservas las primeras semanas del bebé y no tener que estar preocupados por ello. Cuando nació el primero comíamos a la hora que fuera y lo que fuera pero ahora que tenemos que alimentar al mayor también, no puedo sacrificar su dieta ordenada y equilibrada. Así que la planificación está siendo nuestra mejor baza.
En fin, un no parar y poco descansar en estas semanas que aunque en principio deberían ser de descanso, se hace muy complicado con todo lo que tu cuerpo y las circunstancias te exigen.