De la belleza y su por qué

En los tiempos que corren tendemos a asociar el término belleza con lo superficial y efímero sin detenernos a profundizar en su por qué, su necesidad y lo que nos aporta. Sin embargo el concepto de belleza nos acompaña desde tiempos inmemoriales, los griegos ya filosofaban sobre ella, sólo que nosotros, como siempre, hemos vulgarizado su esencia.

Hace unos días me quedé absorta en un detalle de una obra de Monet que había fotografiado en mi última visita a París. Lo hacía mientras la radio sonaba de fondo con los horrores que estamos viviendo, ya sea en forma de guerra, violencia, amenazas, falta de principios y valores, sociedades a a deriva…Todas las versiones me resultan ilustrativas.

No recuerdo los minutos que empleé en observar los trazos, descubrir colores y contemplar como un morado se transforma en azul, apreciar texturas , descifrar las letras de la firma, recorrer los límites de la pintura y sus bordes desiguales. Sólo recuerdo abstraerme de la realidad y dejarme embaucar por la belleza de lo que tenía delante.

Al retomar mis cinco sentidos, volver a mi cocina y oír de nuevo la locución del periodista, pensé en las dos caras que me estaba ofreciendo ese instante, la belleza de lo que acababa de observar y el horror de lo que estaba escuchando.

De manera autómata, como casi todo lo que sucede en Instagram, subí la foto del detalle del cuadro de Monet y rotulé: Regodeémonos en los bello porque de horrores está el mundo lleno.

Así lo acababa de sentir, había utilizado el arte y su belleza como válvula de escape ante las barbaries del mundo.

Luego subí otra imagen de un atardecer maravilloso en una finca de unos amigos, otro momento de belleza extrema, esta vez un regalo de la naturaleza y añadí: No me refiero a la ignorancia, a la impasibilidad o al mirar hacia otro lado, me refiero a disfrutar de la belleza, detenernos en ella y tomar oxígeno.

Esta última puntualización podría haber sobrado pero ya sabemos que vivimos excusándonos y dando explicaciones por todo. Me traicionó mi ansia de no resultar frívola, de quedar bien, que se entendiese mi mensaje, al fin y al cabo, no había puesto la situación en contexto como acabo de hacer.

Esta idea de la belleza y del oxígeno que proporciona está rondando mi cabeza desde entonces y de ahí este artículo.

¿Qué es la belleza? ¿Dónde podemos encontrarla? ¿ Qué nos aporta? ¿Para qué la usamos?

Hoy solemos asociar la belleza con lo superficial y lo innecesario, hemos vulgarizado el término tanto para terminar olvidando la profundidad que lleva consigo el término belleza.

Los griegos ya filosofaban al respecto. Aristóteles la asociaba a la armonía y al orden y Euclides la halló en el número aúreo, también conocido como número de Dios. Platón otorgó un lugar destacado a la belleza en «El Banquete«, tratándola como un ideal y enfatizando que cuando el hombre contempla la belleza es cuando más le merece la pena vivir.

Santo Tomás de Aquino, San Agustín, Séneca, Kant, Nietzsche… La belleza es un concepto íntimamente ligado a la filosofía, una de las grandes cuestiones de la vida a la que buscar sentido, respuesta y significado.

Encontramos belleza en la naturaleza en su versión más pura. Los colores de un atardecer, el movimiento de una flor por la brisa, el canto de un pájaro, una caracola, la cadencia de las olas, el revoloteo de una golondrina… resultan de una belleza extrema, sólo hay que tener la sensibilidad de apreciarlo.

Cada día nos pone por delante momentos particularmente bellos que podemos apreciar o no dependiendo de muchos factores, algunos inherentes a nuestra persona, nuestra capacidad y sensibilidad , y otros relacionados con todo aquello que nos rodea.

La vida acelerada y las preocupaciones son como pantallas que nos ciegan ante estos regalos diarios de la naturaleza.

El ser humano es el otro gran creador de belleza voluntaria e involuntariamente. Ello es algo que ya de por sí debería ser capaz de reconciliarnos con el mundo y compensar todo el mal que también es capaz de crear.

Creamos belleza de manera involuntaria como la que surge de una mirada, de una sonrisa o un gesto. La ternura de un bebé, la sonrisa orgullosa de una abuela, las manos de dos enamorados, la compasión de una buena persona, la mirada intrépida de un niño…Son gestos involuntarios, espontáneos y, además, tremendamente bellos y perfectos.

Pero también creamos belleza conscientemente y la materializamos en forma de poesía, música, arte, fotografía, moda… Pocos campos pueden escaparse de nuestra voluntad de manifestar belleza en él.

¿Qué motivaciones llevan a una persona a crear belleza? ¿Es un propósito, un resultado o ambas?

La belleza es una forma de expresión, un propósito, una motivación en sí misma, el resultado de una sensibilidad especial para unos pocos.

Pero también es gozo, conexión, refugio y evasión, para todos. La belleza está al alcance de cualquiera, sólo hay que pararse en ella y contemplarla.

Su mayor gracia es que podemos convertirla en una válvula de escape, una herramienta que nos reconcilia con la vida.

Consigue calmar, sanar, crecer y elevar nuestra alma y nuestra esencia. La belleza es paz, es serenidad y dicha.

Todos deberíamos ser capaces de encontrarla, acercarnos y sumergirnos en ella para gozar de todos sus beneficios. Una especie de balón de oxígeno para lidiar con las angustias de la vida.

Permíteme que en estos días de horrores varios me sumerja en ella para salir indemne. Ya lo expresó Platón, ante ella es cuando más nos merece la pena estar vivos.

Foto proporción aurea
Foto perfil flor