Hace poco celebramos el primer cumpleaños del gorrión en casa. Aunque me planteé hacer algo un poco más especial, por eso de ser su primer cumpleaños, luego pensamos que era mejor algo muy familiar y sencillo.
Es habitual que este tipo de celebraciones se me vayan un poco de las manos (lo confieso) y termine liada en un fiestón por encima de mis posibilidades. Las ideas se disparan, el número de invitados, la logística se complica, los detalles se acumulan en una lista interminable, incluso el presupuesto, porque algunas fiestas dejan el presupuesto del mes temblando.
Si hubiera sido en otra época del año igual hubiésemos optado por usar el jardín de los abuelos, o incluso nuestra propia azotea. Pero siendo un cumpleaños en pleno invierno, acordamos que lo mejor era hacerlo en casa y apostamos una celebración sencilla y familiar en el sentido más estricto de la palabra.
Preparamos un brunch (Sí papá, un aperitivo) para el que servimos de todo un poco, desde empanadas, hasta guacamole pasando por lacitos de hojaldre (ya prepararé un post con la receta), una tabla de quesos, tostas de salmón…Y para beber, muchos zumos de sabores diversos. Una mezcla de preparación propia y de encargos varios, algo que no nos liara demasiado pero que sin embargo tuviera nuestro sello.
Para decorar, opté por elegir el tema de «los colores» para así poder usar los cuencos de mil tonos que compré en Portugal. Así que encargué globos de colores, decoré la tarta con lacasitos y una caja de luz con cintas y más globos recordaban al entrar en casa que ese era el día del cumpleaños de nuestro hijo.
Pasamos un día fantástico, disfrutamos mucho con él y la familia. Un día para enmarcar, de diez!
Otras celebraciones:
Feliz día y hasta mañana!!