Una pareja que es pura química, una tensión que no se despeja hasta el último minuto y una siempre maravillosa ciudad de París. Charada es eso y mucho más, entre otras cosas la única película que por fin unió en la gran pantalla a Cary Grand y Audrey Hepburn.
Corría el año 1963 cuando se rodó la película Charada bajo las órdenes de Stanley Donen, un film por el que no pasan los años y que sigue tan vivo como el día que se estrenó. Charada es una película en la que la comedia se funde con el thiller en una suerte de intriga cómica que atrapa por igual a grandes amantes del cine clásico y a jóvenes que se acercan a este género por primera vez.
Charada se inicia en una estación de esquí en la que Reggie Lampert confiesa a su íntima amiga Sylvie que va a divorciarse de su marido, posteriormente mantiene una fugaz conversación con un desconocido Peter Joshua y pone rumbo a París.
Cuando Reggie abre las puertas de su precioso piso parisino, lo encuentra vacío y desolado, es entonces cuando aparece la policía judicial y le comunica que han encontrado muerto a su esposo junto a las vías del tren y que tenía intención de huir del país.
A partir de ahí, la intriga está servida.
¿Qué ha ocurrido con el señor Lampert? ¿Por qué está el piso vacío? Y cientos de preguntas más que van surgiendo conforme avanza la trama y los cadáveres empiezan a aparecer.
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Las reticencias de Cary
Dicen que Cary Grand rechazó el papel de Joe Bradley en Vacaciones en Roma porque sentía que era demasiado mayor para mantener un romance con la joven Audrey Hepburn con la que mantenía una diferencia de edad de 25 años.
Con Charada pasó algo parecido, Grand se resistió, cerca estaba ya de los 60 cuando su compañera de reparto no había cumplido los 35 años. Pero en esta ocasión, para suerte de todos los amantes del cine clásico, lejos de rechazar el papel, el actor sugirió unos cambios de texto en el guion que evidenciaban este asunto que tanto le incomodaba.
Dichos cambios que no sólo consiguieron que interpretase el papel, sino que volvieron el diálogo más divertido y chispeante, haciendo Charada en todo un deleite cinematográfico.
Los ajustes de guion pusieron la relación entre ambos únicamente en el punto de mira de Reggie, mientras Peter, perdón Adam, perdón Álex ( una broma que entenderás cuando la veas) se resistía a cualquier acercamiento entre ambos.
Charada, una película sesentera en estado puro
Esta película podría ser una sensacional descripción gráfica y sonora de los que fueron los años 60. Se inicia con una secuencia de apertura de estética psicodélica en la que abunda los dibujos lineales que se tiñen en colores ácidos. Secuencia que se acompaña de una banda sonora que estuvo nominada al óscar y que fue compuesta por Henri Mancini, autor de piezas como la mítica Moon River ( que interpretó Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes) o la sintonía de La Pantera Rosa.
Y si seguimos pensando en los sesenta, debemos sumar los increíbles diseños que luce Reggie Lampert a lo largo del todo el film firmados por Givenchy.
Pero dejaremos la relación del vestuario de Audrey con la moda, especialmente con Givenchy, para otra ocasión porque el tema bien merece ser el protagonista y no queremos que eclipse a una película tan extraordinaria como es ésta.
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Razones para volver a ver Charada
Por ver a Cary Grand en esencia, siendo la gran estrella del cine que siempre fue. Saltando de la comedia, a la ironía, de la acción al suspense o la ternura. Pero siempre manteniendo una clase y una elegancia inigualables.
Por una alocada, burlona y decidida Audrey Hepburn que no sólo conquista por su dulzura o fotogenia, sino por el gran papel al que da vida.
Por la química entre sus protagonistas, exquisita, como ellos. Lástima que Charada sea la única película que rodaron juntos. Su relación trascendió de lo profesional y se convirtieron en grandes amigos a raíz de este film.
Por los golpes de humor que salpican el guion y consiguen sacarnos una carcajada en un abrir y cerrar de ojos.
Por la escena del baile de la naranja o la escena de la ducha, en las que encontramos la vis cómica de Cary Grand en su máxima expresión.
Por la escena del funeral, por el que desfilan una ristra de personajes a cada cual más extraño a los que se acompañan unos locuaces comentarios de la viuda y su amiga.
Por una trama que mezcla mentiras, asesinatos, espías, incógnitas…y que nos mantiene en vilo hasta el final. Hay quien dice que fue la mejor película de Hitchcock que Hitchcock nunca dirigió. ¿Confirmamos?
Por su escenario, París.
Por lo perdidamente enamorada que está Reggie de ese señor en el que sigue confiando a ciegas por más mentiras y cambios de identidad que vaya descubriendo sobre él. A decir verdad ¿Quién podría resistirse?
Por su final, no lo esperabas ¿Verdad?
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