Nunca pensé que dejarlo todo e ir directa a por lo que siempre quise me traería tantos dolores de cabeza, de verdad.
Cuando hablan del emprendimiento siempre es todo bonito y de color rosa. Te invade una corriente de vitalidad y crees que puedes con todo, que tendrás que trabajar duro pero que eso tiene su recompensa. Y entonces, se producirá ese momento mágico en el que todo cuadra y te sentirás realizada al 100%.
Mentira.
Mentira y de las grandes, porque cuando llega ese momento tienes la cabeza a mil:
– doscientas cosas que hacer
– doscientas cosas planeadas
– doscientas cosas a las que negarte
y doscientas más sobre las que dudas y mucho!
El día ya no es tuyo, es de tu negocio y añoras esa sensación cuando salías de la oficina de «hasta mañana» o esos fines de semana de «Si te he visto, no me acuerdo».
Y es entonces cuando empiezan los despistes…Olvidas ir a la peluquería, olvidas pasar la ITV del coche, olvidas un cumpleaños, olvidas ir al cine….Olvidas, olvidas y olvidas….
Te quedas con cara de boba cuando te das cuenta que tu pasión se ha convertido en obligación y que la vida pasa mientras que tú cuadras números, luchas con proveedores o esperas al mensajero.
Y entonces, en medio de ese momento de frustración es cuando todo encaja, todo…
Porque tienes la gran suerte de vivir de lo que quieres, ya no echas la mente a volar soñando con lo que podría haber sido. No tienes tiempo de imaginar, ahora sólo tienes tiempo de hacerlo.
Aunque te despistes, vuelve al camino, todo cuadrará…
Feliz día!!