El septiembre que me arrolló…y todavía quedan 15 días

Este año la vuelta a la rutina me ha pillado en fuera de juego, septiembre me ha arrollado y aquí estoy, intentando recomponerme.

Se acaban las vacaciones, empiezan las ganas de rutina, la vuelta al cole y todo lo que ello conlleva está a la vuelta de la esquina y ¡zas!…Llegó septiembre y me arrolló. Me pegó un revolcón como los que hasta hace poco me daban las olas en la orilla. Lo peor es que no lo vi venir, yo tan tranquila, tan relajada y confiada.

Septiembre me pilló fuera de juego y, de momento, va ganando la partida.

Últimamente me topo bastante con la palabra romantizar, que si romantizar el trabajo, las relaciones, la maternidad…Y reconozco que yo he sido siempre una persona de romantizar. No es algo que me haya contagiado Instagram, no, yo siempre he sido así. Romantizaba mis cumpleaños, los nuevos cursos, las amistades… Lo idealizaba, ponía todas mis esperanzas, ganas y buenas intenciones en esas situaciones que estaban por llegar.

Y septiembre es un mes que he romantizado siempre, lo he idealizado, lo sigo haciendo superados los cuarenta.

Identifico septiembre como una nueva oportunidad o un reinicio y le atribuyo poderes mágicos que te llenan de energía y vigor que consiguen que todo vaya en la dirección en la que tú quieres que vayan las cosas. Error. Gran error.

Este año la idealización me llevó a la despreocupación, la tranquilidad y la confianza y eso está muy bien, todo fluye de manera natural, hasta que te arrolla.

Septiembre y el estado zen que me ha proporcionado este año, me ha dejado con la despensa vacía, con los uniformes del cole sin revisar y sin comprar, con una torre de plancha, con el gimnasio pagado y sin pisar, con amigas sin contactar desde hace semanas, con mi madre mosca porque no paso por su casa, con rutinas faciales sin abrir y suplementos sin tomar.

Sorprendentemente, toda esta retahíla no me lleva a pensar que el año que viene debería organizarme mejor ( bueno un poco sí pero no mucho) y tampoco está haciendo que me aleje de la idea de un septiembre idealizado o romantizado, me gusta ese sensación.

Este septiembre sencillamente me está llevando a la ACEPTACIÓN. Este septiembre se ha presentado así y listo. Es lo que hay. ¿Será esto eso que llaman madurez?

Pues no lo sé pero me gusta.

Mientras decido o me ilumino al respecto, disfruto del proceso, poco a poco voy recomponiéndome después del atropello y cada día realizo algún avance que me reconforta.

De momento voy a hacer un buen pedido del supermercado para que me lo traigan a casa no vaya a ser que mis hijos terminen comiéndome por los pies y mañana salgo a cenar con amigas que eso siempre es medicina para todo.

Y lo mejor, o lo peor, es que quedan otros 15 días de septiembre aún.