Ser madre asusta muchísimo, especialmente si eres primeriza. Lo bueno, es que ese miedo te hace aprender y te das cuenta de errores que cometiste con tu primer hijo y así no los vuelves a cometer con el segundo.
En este aspecto, con este segundo hijo me encuentro más tranquila en lo que a su cuidado se refiere y tengo muy clara las cosas que no voy a volver a repetir porque de los errores, se aprende…
Mi principal baza será la intuición. Evidentemente escucharé los consejos que me den, especialmente de las abuelas, pero no pensaré que esos consejos son la única fórmula. Cada bebé y cada madre es un mundo y a todo el mundo no le funciona lo mismo. Así que me dejaré llevar por mi intuición porque con mi primer hijo comprobé que cuando no la seguía, me equivocaba o no me iba bien, no estaba cómoda y por ende, el niño tampoco.
Saber decir no a las visitas. Nos encanta recibir gente en casa, desde que nos casamos nuestra casa se ha convertido en un punto habitual de reuniones de amigos y familiares. Sin embargo, la cuarentena es una época complicada. Estás cansada, dolorida, todavía no te has hecho bien al bebé, el niño necesita sus tiempos y a su madre en cuerpo y alma…Y eso no es compatible con las visitas. Yo entiendo y me alegra muchísimo que todo el mundo quiera conocer al recién llegado pero en esta ocasión, vamos a saber decir no, que es pronto, que ya tendremos tiempo de conocernos y celebrar su llegada. Son días que necesitamos tranquilidad y no tener que estar pendiente de una visita.
Cuando el niño descanse, yo descansaré. Ésta es una máxima de manual que yo no cumplí ni por asomo con mi primer hijo. Cuando el niño dormía yo aprovechaba para hacer mil cosas e intentar seguir con las cosas habituales de mi vida. Y no, no es el momento. Es el momento de descansar y reponerse, ya tendré tiempo más adelante de hacer lo que siempre hago, los primeros días del bebé en casa son días especiales que nunca más se repetirán y merece la pensa disfrutar de ellos y no vivirlos como una carga.
Aprender a dormir cuando el niño duerma. Puede parecer lo mismo que el punto anterior pero no me refiero a lo mismo. Mi primer hijo era bastante noctámbulo, que no llorón. Él simplemente se quedaba con los ojos abiertos observando y yo, pues no era capaz de dormir si él no lo hacía. Pensaba que no iba a enterarme si le ocurría algo, pues no…Me entero de todo aunque esté dormida. Así que en esta ocasión, si él no quiere dormir que no lo haga, yo aprovecharé su tranquilidad para hacerlo porque no cabe duda que me enteraré de todo.
Debate pecho/bibi. Mi gran drama con mi primer hijo. Lo intenté todo, lloré lo llorable, me agobié más que nadie…Pero el pecho no nos funcionó. No sé si haría algo mal o simplemente no era nuestra opción pero mi hijo no se alimentaba bien, perdió medio kilo y….no, por ahí no pienso volver a pasar. Lo vamos a intentar, estoy segura que habré aprendido muchas cosas con la primera experiencia que me ayudarán pero si no nos va bien, no pienso hacer un drama de ello. El vínculo entre una madre y un hijo viene de otro lugar, no tengo la menor duda.
Aceptaré las ayudas que me ofrezcan. Muchas madres cometemos el error de creer que podemos hacerlo todo solas, que no necesitamos a nadie. Es más, para nosotras suele ser una cuestión de responsabilidad, de pensar que si no es así es que no somos buenas madres. Y no es así en absoluto, las ayudas deberían ser bien recibidas y bien aceptadas. En esta ocasión, no me creeré una superwoman simplemente porque no lo soy.
Disfrutaré (o lo intentaré si las circunstancias lo permiten) de los primeros días del bebé en casa. Después del parto tu cuerpo es un hervidero hormonal que puede jugarte muy malas pasadas y creo que eso unido a los miedos e inseguidades hace que no llegues a disfrutar de los primeros días en casa con tu bebé. En esta ocasión, quiero esforzarme por tener la mente clara y disfrutar de sus primeros días de vida, de tenerlo junto a mí. Hacernos el uno al otro para crear ese vínculo tan bonito que produce la maternidad…