La Adoración de los Pastores de Murillo es una obra bellísima que está cargada de significados y escenifica uno de los pasajes más conocidos de la Navidad.
En este artículo la desgranamos en 10 claves y te invitamos a verla en directo en alguna ocasión que te escapes a la capital hispalense, transmite unas sensaciones maravillosas.
- Es una obra de Murillo, fechada entre 1668 y 1669. Se trata de un óleo sobre lienzo que mide 2,90 x 191,5m.
- La localizamos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, antiguo Convento de la Merced, en el que se encuentra buena parte de la obra del artista sevillano.
- Es una obra que representa la adoración de los pastores a un niño Jesús recién nacido, aún en el establo y envuelto en ropajes. Murillo pintó el techo desvencijado, así como al buey que los acompañó. Representó la humildad del lugar en el que nació Jesús.
- Los pastores tienen un papel doblemente simbólico. De un lado, representan a la humanidad «postrada» ante el redentor del mundo. De otro lado, los pastores reflejan las edades del hombre. Hay un niño, un hombre adulto y un anciano, todos ellos con ofrendas para el Niño Jesús.
- «Rompimiento de Gloria», con este nombre se conoce al recurso de los querubines que Murillo realizó en la parte superior de la obra. Su luz y su movimiento son la puerta al cielo que se abre con la llegada de Jesús.
- El uso de la luz en esta obra es maravilloso. Principalmente se centra en la figura del Niño quien queda iluminado por la luz de la noche que aparece desde la esquina superior izquierda. Esta utilización de la luz desde una esquina se conoce como «Diagonal Barroca». El Niño recibe toda la luz pero a la vez, la luz reside en él y la desprende ( lo que también resulta simbólico) para reflejarla en las caras de sus padres, la Virgen María en primer plano y San José, en primera instancia y posteriormente y en menor grado en las caras de los pastores.
- Para dar trimensionalidad a escena, Murillo «escorza» al pastor que se arrodilla en la parte inferior izquierda. Esta técnica es muy característica del artista.
- Los rostros de María y José son tremendamente bellos. Reflejan amor, dulzura cierto orgullo e incredulidad, el hijo de Dios ha nacido y lo tienen en sus brazos.
- La atmósfera que consigue Murillo en esta obra es íntima, serena y pura, consigue sumergirte en la escena e inundarte de los sentimientos que sus personajes están viviendo, se reflejan en ti como espectador. Es una obra que transmite tranquilidad, esperanza y ternura.
- El Niño Jesús. Aunque no se aprecia bien su cara estamos seguros que se trata una carita preciosa como todas las que pintó Murillo al Niño Jesús.
No tenemos pruebas, ni tampoco dudas ( como suele decirse popularmente) que Murillo pintó los Niños Jesús más bonitos de toda la Historia de Arte.
No hay más que remitirse sus obras: el niño de La Virgen de la Servilleta, El Buen Pastor, La Sagrada Familia del Pajarito o La Virgen del Rosario con el Niño, entre muchos otros.