Como os contaba hace unos días, me armé de valor y arreglé mi armario…
Inundé mi habitación, parte de la de mi hermano, llené el pasillo de cajas de zapatos…..
Estando en medio de semejante vorágine llegué a una serie de conclusiones:
1.- Tengo el mayor armario de mi casa. Ocupa todo un testero de mi habitación y tiene 2 puertas dobles y una sencilla. La verdad, es grande. Pero lo tengo atiborrado de cosas, lo guardo TODO: camisas, camisetas, jerseys, rebecas, bolsos, zapatos, medias, calcetines, cinturones, abrigos , chaquetas, faldas, vestidos…..todo! y claro, llega un momento en el que no cabe nada más y toca hacer limpieza.
¿ De qué cosas me deshago? difícil, muy difícil…sobretodo para personas que como yo lo guardan todo esperando darle una segunda oportunidad. Decidí seleccionar primero las cosas que ya no me pongo, de las que estoy cansada, las que veo antiguas….. Entonces tocaba hacer una diferenciación: prendas que merecen la pena y las que no. Las primeras son aquellas especiales: su tejido, su corte o los recuerdos que conllevan….son prendas que aunque no uses ya, no las puedes dar. Las he guardado en cajas y al altillo o bien las he reciclado ( bajos, botones, cintas….)
Las segundas son de las que toca deshacerse.
2.- Cuando empecé a trabajar y ganar mi propio dinero, arrasé en las tiendas. Que me gustaba un jersey y no sabía qué color elegir, pues me llevaba uno de cada… Mi padre,incluso me decía que me estaba volviendo una compradora compulsiva, porque realmente llegaba a casa con bolsas un día sí y otro también.
Pues bien, esa fase, se acabó. Ya estoy cansada de tener tanto de todo. Prefiero tener menos cosas pero más seleccionadas. Por ejemplo, tengo un vestido rojo de verano que me vuelve loca, me encanta!! Pues bien, al guardarlo me he dado cuanta que sólo me lo he puesto una vez en todo el verano!!! De qué vale tener el armario lleno de vestidos precisos que sólo usas una vez por temporada???
3.- Tengo más de 50 pares de zapatos. Algunas pensaréis que no son tantos, otras que es una barbaridad. Yo creo que depende de las circunstancias de cada cual. Para las mías son demasiados.
4.- Guardando las cosas, me di cuenta de la cantidad de combinaciones posibles y por explotar que tengo aún en el tintero. Hay que sacarle partido a la ropa!!! prueba, mezcla, experimenta….seguro que aparecen combinaciones estupendas que no se te habían pasado por la cabeza.
5.- Ojo con los flechazos!! La mayoría de nosotras piensa que no hay que dejarlos pasar, que si te enamoras de algo no debes dejarlo en la tienda porque terminas quedándote sin la prenda en cuestión. Pues bien, estoy empezando a pensar que es una teoría equivocada. Compras por impulso y sin cabeza y sí, es una chaqueta de lentejuelas preciosa pero….¿te la vas a poner????
Yo uso un truco cuando compro algo por impulso: Estoy pendiente de la fecha de caducidad del ticket, si la fecha se acerca peligrosamente y no lo has estrenado aún, si no has encontrado la oportunidad…seguramente la compra haya sido un error. Y todavía estás a tiempo de arreglarlo.
Hace un tiempo, Gonzalo de From Buenos Aires nos hablaba del término «Recesionista», yo también lo hice hace unos meses AQUÍ. Me apunto….
¿Alguien más?