Hace unos días, ojeando un número atrasado de «Harper´s Bazaar»(en concreto el número de octubre) leí un titular que llamó mi atención:
El artículo estaba referido al archipresente camel pero creo que podemos extrapolarlo a una gran parte de esta temporada otoño/inverno.
El estilo años 50, que llegó de la mano de Louis Vuitton, con esas faldas acampanadas, esas cinturas de avispas, esos tacones anchos…lo ha invadido todo y ya no miramos como cara rara la silueta más femenina que nos ha dado la moda.
Los accesorio de estética retro son todo un acierto para cualquier look. Ya sea en gafas (de gato, en plan bibliotecaria, con grandes cristales en plan «Desayuno con diamantes») guantes (de piel y cuanto más largos mejor) bolsos tipo «doctor bag»…
El print de leopardo es otro de los culpables. Antes asociado a dos conceptos, señoras atrevidas o bien a chicas de dudoso gusto y ahora presente en todo armario que se precie.
Chaquetas estilo Chanel, cuello a la caja, mango al codo…más de abuelita no pueden ser, las llevas con vaqueros y quedan genial.
Si algo que eche años encima, son las pieles, al menos eso dicen. Pues bien, esta temporada nos han llegado por los cuatro puntos cardinales, democratizando una prenda que a priori no utilizarías con menos de 50.
Y lo mismo ocurre con broches en forma de lazo, los zapatos abotinados, los salones de tacón medio, los accesorios en oro amarillo…
Yo siempre he tenido mi «punto de abuela» vistiendo. Siempre me ha gustado indagar en armarios ajenos, especialmente en el de mi abuela. En él he encontrado auténticos tesoros que guardo como oro en paño porque los quiero conservar años y años y poder seguir usándolos siempre. Ya lo sabéis, es normal que aparezca con cosas suyas por aquí…