El verano de los hábitos

Hábitos, propósitos, intenciones… No conozco persona que no se enfrente a estas metas varias veces al año. Pero ¿ qué ocurre cuando estas pretensiones nos llevan a la autoexigencia más que al crecimiento? Quizás sea el momento de revisar estos conceptos, incluso el momento en el que se llevan a cabo.

Yo lo tengo claro, empiezo «El verano de los hábitos.»

Los propósitos nos hacen crecer, nos hacen reafirmarnos en el convencimiento de querer algo que aportará una notable mejoría a nuestra vida, ya sea en forma de salud, formación, belleza o bienestar. Y está bien, en la vida no hay que estancarse, hay que trabajar para evolucionar y tener el coraje de, si algo no te gusta, cambiarlo.

Pero vivimos en una sociedad algo tirana, que nos hace sentir mal si no cumplimos esos propósitos, si los posponemos, si los retrasamos, incluso si no tenemos la menor intención de plantearnos cuáles serían. La sociedad nos exige y nosotros nos lo creemos, ya lo escuchamos en este maravilloso capítulo del podcast de Marian Rojas Estapé.

Ante esto, soltar es la mejor opción y reconciliarse con lo que uno es, también. Conocerse y aceptarse son las clave para ignorar las exigencias sociales y reconectar con lo que realmente quieres y cómo lo quieres.

¿Por qué levantarse a las 5 de la mañana? ¿ por qué vivir con una rigidez espartana y atómica la incorporación de un hábito a tu vida?

Piensa en lo que te gusta de ti y piensa en lo que quieres cambiar, piensa en cómo quieres hacerlo y qué puedes hacer al respecto, a qué estás dispuesto a renunciar y a qué no.

Llevo años haciéndome estas preguntas y analizando las respuestas. He leído mucho sobre este tema porque no lo puedo evitar, siempre estoy en «continua evolución» de manera absolutamente consciente y voluntaria.

Y para mí por ejemplo, ha quedado más que demostrado que hacer deporte nada más levantarme es absolutamente inviable porque no soy persona hasta bien entrada la mañana, entre otras muchas creencias que me limitan y me hacen sentir una fracasada en lo que a propósitos se refiere.

Septiembre y enero suelen ser los momentos clave para iniciar estos propósitos o hábitos. Tampoco podemos olvidar el primer día de cada mes o los lunes porque ¿Quién diantres inicia un propósito un miércoles 17 de febrero?

Pues deberías si es en esa época del año cuando estás más receptivo.

Septiembre y enero especialmente, son meses que ya tienen demasiada carga asociada. Inicio de curso escolar, inicio de curso laboral, vuelta a la rutina después de semanas de desconexión, días más cortos, mal tiempo…Todo influye, quizás no sea el mejor momento de añadir nuevos hábitos a tu vida ¿No crees?

Personalmente he hecho una buena reflexión al respecto y después de años intentándolo sin fruto alguno, después de cambiarles incluso el nombre, mis «despropósitos», he llegado a la conclusión que empezar hábitos en las épocas tradicionales era un «más difícil todavía».

Septiembre lleva asociada la vuelta al colegio de mis hijos y aunque me siento muy ilusionada con los nuevos comienzos de esos días, son semanas de mucha lucha por inculcar de nuevo horarios a los niños, por organizar todo lo necesario para el curso, son días además de reencuentros y planes que hacen que haya muchas excepciones a la rutina. Todo esto hace que me frustre porque no consigo encajar el orden físico en casa ¿Cómo voy a implantar nuevas rutinas de orden si esos días son cualquier cosa menos ordenados?

Algo así me ocurre con los inicios de enero. Vale, año nuevo vida nueva, sí, es preciosa la idea. Pero a enero llegas cansado después de semanas de fiestas y celebraciones varias, llegas con la casa patas arriba después de días con los niños de vacaciones, maletas sin deshacer… En mi caso, le sumo días cortos de menos luz y una sensación de hibernación que me va invadiendo poco a poco hasta la llegada de la primavera. El invierno me ralentiza y es inútil luchar contra ello ¿Cómo voy a sumar el esfuerzo de los propósitos?

Con esto quiero decirte que analices cuando es buen momento para ti empezar hábitos, cuando estás más tranquilo, cuando la rutina es más rutina y cuándo tu estado de ánimo es más fluido. Yo he analizado y mi momento ideal sería justo el que ahora empezamos, el verano.

El verano es tranquilo por regla general, nos insertamos en una rutina facilona que saca de la ecuación compromisos, extraescolares, atascos…Los días están más a nuestra disposición que nunca. Además, las horas de sol los hacen más largos, en invierno a las 19,30 ya estamos cerrando la jornada sin embargo, en verano a esa hora el día no ha hecho más que empezar como quien dice.

En verano me siento más activa, tengo más ganas de hacer cosas, con más energía y nuestra vida familiar es más rutinaria que nunca, con lo que resulta más sencillo sacar tiempo para mí.

Así las cosas, te diré que procedo a enfrentarme a mi particular «verano de los hábitos» y no hábitos por exigencias del guion, hábitos porque hay aspectos de mi vida que quiero reforzar o cambiar, cosas nuevas que quiero probar, intereses que descubrir… Y esta época del año es la mejor para mí.

Ya te contaré los resultado, quizás me tope con una buena remesa de «despropósitos» pero tengo la intuición que no va a ser así.

¿Te sumas a un verano de hábitos?

Cuéntanos tu experiencia al respecto.