Razones para enamorarse de la Feria de Abril, por si aun no lo has hecho

Son miles las razones para enamorarse de la Feria de Abril. No es una exageración, todo el que pisa el Real cae rendido a sus pies.

¿Qué será lo que tiene la Feria que a nadie deja indiferente?

Su color

La Feria de Abril es una explosión de color. Del azul intenso del cielo, al amarillo cálido del albero. Las casetas rayadas en verde y rojo o los farolillos en blanco y naranja. Los trajes de flamenca en absolutamente todos los colores que puedas imaginar, las mezclas imposibles que se hacen más posibles que nunca. Los neones de la calle del Infierno y los pasteles del algodón de azúcar.

La Feria es color y a nadie deja indiferente.

Su estética

La estética de la Feria es perfecta, todo encaja y se complementa. Nada falla al ojo y hasta el mayor de los estetas cae rendido a sus pies.

¿Puede haber algo más estético que el paseo de caballos? ¿Puede haber algo más bonito que una pareja bailando unas sevillanas bien «bailás»?

Los mantones de manila, los encajes de bolillos y las tiras bordadas de los trajes. Las sonrisas de los niños, las caras de los enamorados… Todo es absolutamente bello en la Feria de Abril.

El Paseo de Caballos

A medio día, el Real se llena de caballistas y coches de caballos. La feria se vuelve dorada conforme va cayendo el sol y los colores brillan más que nunca. Los caballistas llevan flamencas a la grupa, los coches a los señores más elegantes. Suenan los cascos de los caballos, suenan los cascabeles de los coches y es un momento para el deleite.

El buen rato con amigos y familia

Aunque todo sume, lo verdaderamente importante es el buen rato que pasas allí con los amigos y con la familia. A veces estás como en el salón de tu casa, con las personas con las que convives a diario, otras veces estás con personas a las que solamente ves de Feria en Feria pero a las que aprecias de verdad.

Las charlas en la reja de la caseta o en la trastienda son el por qué de esos días.

La Feria es momento de reencuentros, de ponerse al día, de charlar, de reir, de bailar, de brindar porque estamos juntos. Este es el verdadero tesoro de la Feria, celebrar la compañía.

Su tradición

Aunque la Feria evolucione, la moda flamenca e incluso las personas que la viven, la Feria es pura tradición. Sevilla se engalana, llegan sus días grandes y llegan sus tradiciones.

La Feria es ritual. Los días previos se cuadran fechas para quedar con amigos, se preparan los trajes, se busca lo que falta…

Tradición es brindar, tradición son los buñuelos, tradición es bailar sevillanas, tradición es enganchar los flecos de tu mantón en el botón de una chaqueta…

La evolución es necesaria y positiva pero la tradición hay que respetarla.

Los farolillos

Naranjas y blancos de día contrastan con el azul intenso de nuestro cielo. Iluminados de noche aportan aún más sensación de ciudad mágica.

La Feria sin farolillos no es la Feria, por eso cuando llueven y se caen, son de papel, la Feria pierde bastante y es una pena. Ojalá una Feria repleta de farolillos para que luzca bien bonita.

Las sevillanas

Las sevillanas bien bailás son un pellizco en el alma. Ver a dos personas que saben entenderse bailando, que se siguen, que se esperan, que se acompañan… ¡ Qué cosa tan bella!

En el Sur solemos aprender de pequeños los pasos básicos, saber cuando tienes que cruzarte, cuando tienes que dar una vuelta…Pero con el paso de los años, cada cual desarrolla su propio estilo y eso las hace más bonitas todavía.

Ojalá disfrutes de una sevillana bien bailá este año.

Por las luces

A las ocho los caballos se van y al poco rato se encienden las luces, empieza la noche y todo cambia pero la Feria sigue igual de bonita.

La Portada da la bienvenida radiante, los cruces de la calle resplandecen como un cielo de estrellas y los farolillos brillan más que nunca.

Por la Portada

Cada año cambia, a veces es clásica y representa un edificio de la ciudad. En otras ocasiones es más moderna y hace referencia a un acontecimiento que resulta significativo para Sevilla. En cualquier caso, es la puerta de acceso a esta particular ciudad que se crea cada primavera como por arte de magia.

El rebujito

La Feria siempre fue de manzanilla o fino. Pero hace unos años una marca de refrescos creó el rebujito y fue todo un acierto. Es una mezcla de manzanilla con dicho refresco y resulta refrescante, más suave y sienta mejor.

Eso sí, hay que tener cuidado porque sin darte ni cuenta el rebujito empieza a tomar las riendas de la situación…A buen entendedor pocas palabras bastan.

Las sillas de enea

Ya hemos hablado de la estética de la Feria, en la que hasta las sillas y las mesas son especiales. Las sillas son de enea, rojas o verdes y tienen dibujos pintados que representan flores. Contribuyen al descanso, a la conversación, a la contemplación de la Feria, pero además, son una belleza de por sí.

Los trajes de gitana

No conozco mujer a la que no le guste vestirse flamenca. Los trajes evolucionan con los años, es el único traje regional sometido a modas. Pero existen unos cánones de los que no debe salirse, no todo vale.

Identificas pronto a una flamenca que va bien vestida, se nota, lo aprecias.

Los trajes de flamenca aportan porte, presencia… Diría que incluso «empoderan» a quien lo lleva ( si me permites esa manida palabra)

Los calentitos o buñuelos y la calle del Infierno

No hay Feria que se precie si no haces algo de esto, desayunar de camino a casa calentitos o tomarte unos buñuelos en la plaza. Y si ya no quieres perder puntada, un viaje en la Noria…

Y para terminar los Fuegos y hasta el año que viene…

¿Te has enamorado ya o todavía no lo sientes?