«Toda una vida» Expo de Tony Benítez

Estos días hemos podido disfrutar de la maestría de Tony Benítez con su exposición » Toda una vida», enmarcada en las actividades del 25º aniversario de Los Jueves Flamencos de Fundación Cajasol.

Desde Protea, hemos tenido el placer de recorrerla acompañados del propio modisto.

Tony Benítez no faltaba a su cita de Los Jueves Flamencos aunque estuviese en Madrid. Desde el patio de butacas y posiblemente deleitado por lo que allí veía y escuchaba, era frecuente que dibujase sobre el programa de mano en la penumbra, diferentes dibujos y bocetos flamencos. Esos bocetos, son hoy el eje central de esta exposición que recorre diversos trabajos de Tony Benítez en torno al flamenco.

Estos originales bocetos se acompaña de trajes de flamenca, batas de cola, batitas rocieras y algunas prendas de vestuario de actuaciones. En estas prendas, se puede apreciar de primera mano la maestría, el buen hacer y el amor por la costura que ha sentido el modisto durante toda su vida.

Tony Benítez nació en Sevilla en 1935. Su vida estaba encaminada a seguir los pasos de su padre como practicante pero el escaparate de Cerezal le cambió el rumbo ¿O quizás ya tenía el rumbo marcado desde su infancia cuando diseñó el primer vestido para su madre? Vestido que luego ella llevaría a una modista y ésta haría realidad como estreno de un Domingo de Ramos.

En su juventud y después de trabajar como enfermero en el Hospital de la Cinco Llegas, marchó a Ginebra de vacaciones. Unos días pasaron a unos años y fue allí donde empezó su andadura en el mundo de la moda dibujando para tiendas.

Y de Suiza a Madrid donde aprendió de los más grandes del momento ( ¿ por qué no? los grandes de la historia de este país) Elio Berhanyer, Pertegaz, Lino… A los que, cuenta, cosía botones a cambio de dejarles observar cómo realizaban su trabajo.

Toni Benítez ha diseñado para mujeres afamadas y reconocidas de este país pero también para señoras anónimas y en todos sus trabajos, destacaba el respeto y la profesionalidad.

El modisto fue el encargado de vestir a la Reina Sofía en la boda de su primera hija ¿Quién no recuerda aquel vestido de falda plisada azul cielo? Pero no fue la única vez, la Reina y las Infantas eran clientas habituales, así como la Duquesa de Alba, Concha Piquer, Lola Flores y un largo etcétera.

El gran honor para la que escribe, ha sido recorrer esta exposición guiada por el propio diseñador. Algo absolutamente fortuito, nos encontramos allí y con la amabilidad que le caracteriza se acercó y poco a poco fue desgranando la historia de cada prenda, los entresijos de su costura, sus anécdotas…

Pero a la vez, se interesaba por lo que yo hacía, de donde venía mi interés por la costura e incluso me pidió que le mostrara una fotografía del traje de flamenca que había llevado en la última Feria.

Una bonita charla que atesoraré durante toda mi vida porque pocas veces puedes hablar de costura con alguien que la conozca, la trate y la quiera del modo que él lo hace. ( y suerte la mía, ya llevo dos charlas así)

Este bolero es una pieza absolutamente especial. Tony Benítez nos contó que tenía un trozo de pequeñas dimensiones de un tejido de Valentino y se le ocurrió cortar sus formas y coserlo al tul. Luego lo remató con unos flecos de azabache montando pieza por pieza hasta formar un hilo e hilo por hilo hasta rematar todo el bolero.

Este vestido es otra de las maravillas que se pueden ver en la exposición, no se trata de un tejido así comprado y cosido, no. En esta pieza hay un trabajo de artesanía descomunal, con los bordados, las cuentas y el encaje.

Batitas rocieras del diseñador: nos destacó que era esencial que fuesen frescas, que aportasen movilidad y cómodas para quien las llevase. El uso de cintas de raso, el frunce de los volantes… Cada detalle es digno de observar y recalcar.

No podemos cerrar este artículo, sin dar voz a dos de sus grandes reivindicaciones en el mundo de la Costura.

De un lado, la necesidad de formación en el trabajo de modista. Cada vez hay más personas que diseñan y menos que cosen, de este modo, se pierde la artesanía, la experiencia y maestría de algo tan necesario y esencial para un diseñador como es la costura. Tony Benítez reivindica una formación y una retribución digna para este oficio.

De otro, proyecta un sueño que quizás sea de muchas más personas además de él. La apertura de un Museo del Traje en su ciudad natal, Sevilla, que exponga el trabajo y la artesanía que ofrece esta ciudad. Trabajo sobradamente admirado y reconocido en el mundo, basta con recordar aquel maravilloso desfile de Dior en la Plaza de España.