Instalados ya en el ecuador de la primavera y acostumbrados a sus colores, temperaturas y volatilidad, muchos, vivimos mayo como el preludio de un verano que está a la vuelta de la esquina.
Pero no corramos, todavía queda primavera que vivir y disfrutar, dichosa manía la nuestra de ir siempre adelantados.
Vivimos una época en la que tienes que comprar sandalias en marzo, el bañador en abril y la Navidad empieza el uno de noviembre. Una época en la que vemos abrigos en las tiendas en agosto y en la que se planean las vacaciones de verano en febrero. Una época en la que es inviable salir a cenar sin haber hecho reserva o que el plan familiar del sábado lleva semanas apuntado en la agenda para poder coincidir todos los hermanos.
Vamos por la vida con un nivel de antelación y planificación realmente asombroso ¿ en qué momento mayo se convirtió en el preludio del verano?
Cierto es que en según que zonas del país, en este mes ya hace calor y vivimos en verano meteorológico en toda regla. Pero no olvidemos disfrutar de la primavera y lo que aún tiene que ofrecernos, que no es poco.
Mayo es mes de romerías, cruces de mayo, de campo y flores. Mayo es mes de celebraciones familiares y fiestas locales que nos hacen conectar con nuestras raíces.
Mayo es mes de jacarandas moradas, atardeceres que cada día se retrasan un poco más y de paseos al final del día que nos reconcilian con la jornada por muy ajetreada que haya sido.
En mayo celebramos el día de la madre porque mayo siempre fue el mes de María.
En mayo empezamos a comer picotas y empieza la temporada de caracoles ( ya sabemos, o los amas o los odias)
Pero démosle a mayo su lugar, no corramos, no queramos adelantar semanas. Vamos a vivir mayo como merece. Con ese renacer propio de la primavera, con esas primeras veces que nos brinda este mes cada año.
Disfrutemos con cada lirio que florece y cada bocanada de jazmín que llega a nosotros por primera vez. De esas lecturas bajo la sombra de un árbol y de la belleza exuberante de la naturaleza propia de este mes.
